ANYULA, LA RENACIDA. CHEVROLET ´29 RAT ROD

Nació hace casi un siglo por el año 1929 después de Cristo. Fue una de las primeras en recorrer los difíciles caminos argentos, esquivando carros y caballos, mientras niños y no niños la observaban con temor y enorme ojos. Bajo el mirar de estos avanzó y otros como ellos llegaron y reemplazaron a los crujientes carros y a los come pastos.

 El tiempo se sucedió tranquilo, año tras año continúa pasando de mano en mano, los hombres se esfumaban pero ella continuaba en el mundo, como una especie de diosa inmortal hasta que el celoso destino puso la vio y se le acercó. Llegó con el tiránico reloj de arena del tiempo, ya no quedaban granos por caer. Le sonrío cínicamente y le canto Truco. El abandono la tomo entre sus brazos por sorpresa y sin piedad. 
   

La jubilaron, la arrojaron a la nada, a un desolado baldío y a ni un solo hijo de Adán pareció recordar lo que ella había hecho y vivido junto a ellos. Los primero que se acercaron fueron a rapiñarla, arrancándole partes de su cuerpo que llevaron lejos. Otros solo a humillarla, a divertirse mutilándola. Dolor y humillación recibió aquella que había dado frente a cada obstáculo del camino, triunfando sobre ellos. La maleza vio su sufrir, vio aquellas lágrimas de rocío correr desde sus faros y trató de cubrirla en un afectuoso abrazo. ¡¿Por qué tanta crueldad?! ¿Qué había hecho para recibir tal condena? 





Frio y calor como látigos azotaron su metálica piel, la cual crujía del dolor, mientras la maleza buscaba desesperadamente de ocultarla de aquellos que tanto dolor le ocasionaban. La parca se acercaba y posaba sus huesudos dedos sobre ella, y más de un helado beso le obsequio, mientras se alejaba con su macabra sonrisa. Duendes aceitosos la hacían su morada para travesuras, cabalgando sobre ratas, y grasientas hadas robaban trozos de su pintura para alimentar al oxido. Los caminos parecían distantes, nada ni nadie iría en su auxilio. El destino no había mentido, y a ella ya no le quedaban carta por jugar, y solo se durmió muy lentamente convirtiéndose en una pila de chatarra.

El tiempo siguió su curso y todos se olvidaron de ella, hasta la maleza que la supo proteger, cuando dos hermanos llegaron al pueblo y sus ojos la encontraron. Se acercaron la tocaron, sonrieron con esa sonrisa loca de aquel que gana algo inimaginable, como si ese montón de fierro fuera de oro, y sin dudarlo se hicieron de ella. 
  
Tras mucho trabajo, golpes de dedos, y litros de cerveza, llegó un día que lograron despertar el monstruo del asfalto que se escondía entre el metal, con un rugir que estremeció al alma misma ANYULA renacía. Hasta los dioses fierreros del Valhala posaron los ojos en aquella de la cual habían olvidado su existir. Un nuevo mundo, un nuevo tiempo esperaba su andar. Atrás quedaron el dolor y la miseria. 

  
Hoy es una guerrera que marcha hacia la sagrada recta de batalla, donde los más feroces Monstruos del Asfalto compiten para abrazar la anhelada GLORIA, bajo la mirada estupefacta de los hijos de los hijos de quienes la vieron dar sus primeros pasos. Hoy el mundo se detiene antes que plasme su furia y solo su motor se escucha para que el grito de jolgorio de sus admiradores surja como el producto de un hechizo mágico. Anyula avanza, Anyula combate, Anyula va tras la gloria para convertirse en inmortal. 

El asfalto chilla, sus neumáticos se derriten trasmitiendo su poder mientras en su frente luce un ancho de espada invisible, le grita al destino QUIERO RETRUCO.

Por Rafa Theller


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