El Mono de Barracas



A vos hijo del hombre de estirpe fierrera, a vos cuyo corazón regula y sentís que esta cuarentena es como andar en dos cilindros, a vos te pido que dejes de mirar los videítos de Whatssap de los africanos con el cajón, el noticiero con las estadísticas del posible, posible, posible, o dejes de espiar la vecina que si te la enganchas y después se convierte en EX, vas a estar en un aprieto. Mejor léete esta historia, como para despuntar el vicio, viste. 
 

Entre los Monstruos del asfalto existen algunos que desafían al tiempo mismo, cuyo velocímetros van mas ligeros que las agujas de un reloj limado y cuya voz se expande al infinito haciendo vibrar hasta el alma. Ellos son gladiadores y hay de diversas tribus, encontrándose en esas rectas donde sus cubiertas sagradas bendicen al asfalto y chocan sus furias buscando llegar primeros a la mística meta. Los segundos de vidas mas largos y mas vivos. 

Entre estos coloso existe uno que es toda una estrella, El único, inconfundible, incomparable, magnánimo Mono de Barracas.
 


La pasión por el Ford es la religión a la cual es devota a la familia de Fernando, y el no podía ser menos, el Ovalo Azul era la estrella que guiaba día a día sus pasos. Por supuesto cada vez que podía marchaba hacia la tierra sagrada, el templo mismo, el picodromo donde los gladiadores se enfrentaban en épicas aceleradas. Y ahí lo veía a él, a ese guerrero de metal con piel oxidada, batirse uno a uno con sus contrincante, mostrándoles de lo que estaba echo. Ese viejo falcon hacia sentir orgullosos al mismísimo Henry Ford, este donde este. 
 
Para Fernando cada vez que lo veía, parecía que el mundo se detenía, mientras sus pupilas se dilataban casi hasta estallar y la babeante carretilla daba contra las puntas de sus pies. Ese Falcon tenia que ser suyo, pase lo que pase. Se lo decía a sus amigos una y otra vez. 
  
Dicen que la fe mueve montañas, que el universo recibe tus pensamientos y actúa en consecuencia o quizás el barba (que es fierrero) o algún genio bondadoso que estaba por ahí, escuchó sus plegarias … No se, lo que se que un domingo un amigo lo llama a Fernando para decirle que el viejo guerrero estaba en venta. El lunes el SUEÑO se hacia realidad, su deseo tenia consuelo, EL FALCON Y FERNANDO UNIAN DESTINO. 
  
De ahí para acá todo esta a la vista. Poco a poco este veterano fue
rejuveneciendo, mientras que cada vez que puede le demuestra a quien lo desafía de lo que esta hecho. Se arroja a la recta y mientras engulle grandes cantidades de elixir de dinosaurio, sus neumáticos plasman en el asfalto la furia que hierve en su metal. O bendito Mono de Barracas, gracias por existir, por dar vida y forma a la pasión, por acelerar nuestros corazones y dibujarnos tontas sonrisas haciéndonos olvidar de todas las penurias. Gracias por cumplir semejante misión divina. Y ojala quien sea que escribe el relato de nuestro existir, agregue a nuestras vidas muchos Monos de Barracas más. 


por Rafa Theller



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