Furgon Chevrolet 1940 Rat
¡Shhhh! Abrí bien los ojos por que los ángeles han caído, deambulan por las calles con cuerpos humanos. Quizás lo veas como un amigo, hermano o padre, pero son ellos disfrazados de simples mortales. Han abandonado sus alas para volar sobre briosos MONSTRUOS DEL ASFALTO, pero no es tan sencillo como se ve.

Así sucedió con esta vieja furgoneta chevrolet 1940, cuyo cuerpo fue arrojado a la maleza, para que el oxido se encargue de llevarla al olvido, pero ojo, bien de a poco para que sufra. Malvada parca que mostrabas tu dentada sonrisa mientras la acariciabas, disfrutando de tu triunfo. Jamás es suficiente, siempre te llevas muchos más para saciar tu voraz deseo. Pero esta vez tu juego salió mal. Dario y Carlos al pasar la vieron entre la maleza y se hicieron de su cuerpo.
Por esos tiempos Gaston, uno de estos ángeles que te relate, pero que quede en secreto entre nosotros dos, conducía una magnánima Ford Loba. Juntos habían disfrutado los caminos fabricando historias pero como toda relación, ambos sabían que habían llegado al final del camino que habían comenzado y este se abría en dos direcciones, en la cuales cada uno tomaría su rumbo. Ella buscaba un nuevo humano que dirigiera su destino, el un nuevo monstruo para arrojarse a la aventura. Así fue como un amigo le comento del hallazgo de la furgoneta. Curiosidad, los aceitosos dioses fierreros manipulando las piolas de nuestro existir o el mismo universo respondiendo a la búsqueda o todos juntos, hicieron que Gaston marche al encuentro de este mítico ser. Al verla las fichas del domino cayeron y el equilibrio universal estallo. La loba encontró nuevo compañero de viaje y la furgoneta el ángel que le diera la vida.

Hoy este mítico Monstruo del Asfalto está buscando nuevo dueño, por si sabes de alguien, pero no cualquier dueño, uno que este a la altura de ella. Si, las relaciones terminan y empiezan, ella agradecida busca nuevas rutas y quizás Gaston un nuevo proyecto. Pero no te aflijas, sonreí porque un nuevo Monstruo del Asfalto rueda gracias a este ángel. De seguro la Parca frunce su huesudo ceño al ver que cada día más y más oxidados escapan de sus garras hacia los caminos de la vida. Brindemos por ello.
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