LA TORINO de Martín Salerni y flia
La cuarentena se te hace pesada, extrañas el olor a jugo de dinosaurio, el rugir de un monstruo o quedar tirado en la ruta para hacer nuevas amistades (esa ultima paso, los amigos mejor cerveza intermedio) entonces acá estamos para hacerte el día más llevadero con la historia de este TORINO 1972...
Tal una valkiria caída del más hostil de los cielos, esta magnánima torino emerge al mundo que se había olvidado de ella, rugiendo a los 4 vientos que aun existe, por si a alguien le queda duda.
Como a tantos monstruos cuyas historias leerás, la nada y el abandono se apoderaron de ella, obligada a permanecer cerrada en un sucio galpón por años, muriendo en silencio acompañada por sucios roedores que más de una vez le mostraban sus dientes, pero ella sabía que no era su final.
Un día en la inmensa nada que la rodeaba, resonó el sonido metálico del portón quien cedió paso a la luz y el sol una vez más tocó su piel, mientras roedores huían al escuchar la voz del hombre. Un padre y dos hijos entraban y se encontraban con ella. Temía por su destino hasta que vio los ojos de ellos. No había desprecio había fascinación más allá que su cuerpo, corazón y alma estaban rotos. En ellos vio sonrisas y esperanza. Ellos veían algo que nadie más y se dio cuenta que todo podía cambiar.
Un padre y dos hijos encaran un proyecto en familia, en Salazar, provincia de Buenos Aires, Argentina. Rescatar a un monstruo del asfalto de las cadenas del olvido. Pero no cualquier monstruo, van tras una Torino, cuyo tribu acelera sus corazones. Para ellos, el mejor fierro del mundo. Y así lo hacen. Se acercan a un galpón y encuentran una en mal estado, olvidará por la vida misma y juntos emprenden el desafío. ¿El resultado? Un Monstruo envidiable que roba suspiros hasta a los hombres más duros, que acelera el bombo y hace patear la carretilla. Pero lo más importante, infinidad de recuerdos tejidos en familia, de esos que se alojan en el corazón. Recuerdos que hasta el tiempo que se lleva todo, jamás lograda borrar. Recuerdos que nos hacen quienes somos. Así que cuando vos veas un impactante Torino, en realidad estarás viendo parte de sus almas. La del padre y de los hijos. La de los valientes que trajeron una vez más, a este monstruo al asfalto.
Brindemos por ellos.
por Rafael Theller
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