La Okupa, Dodge GTX


Están allí, ignorados por el mundo… héroes anónimos que lo dejan todo por un sueño, el de recuperar el monstruo del asfalto que aman. Luchan contra la economía, los prejuicios sociales y contra cada uno que pisa su sueño. Pero ellos persisten hasta conducir lo que fue su quimera, ante la miradas asombrada de los mortales.


Así sucedió con Ale, quien no sabia lo que el destino le preparaba. Mientras de pibe trabajaba dando golpes al metal, cortando y soldando, sanando los cuerpos de los coches, en algún lugar de la ciudad de Santa Fe, su sueño esperaba por él. Una cupe Dodge Gtx, en estado de abandono total veía como la parca se sentaba a observarla, con esa maquiavélica sonrisa, mientras le arrancaba trozos que arrojaba a su cruel sabueso llamado OLVIDO. Las hadas deambulaban luchando por un trozo de pintura que arrebatar, mientras el tiempo discutía con el destino que hacer con ella. Palabras van, palabras vienen y arrojan una moneda al aire, tan alto que jamás cayó. 

La Dodge que supo disfrutar de gloria infinita y deseo insaciable, hoy se esfumaba ante los ojos ciegos de los hijos del hombre. Fue uno de los dioses fierreros del Valhalla quien dio un tincazo a Cupido, quién a regañadientes se puso a trabajar. Su misión, encontrar un alma gemela. Y así anduvo revoloteando este ángel que hace mas macanas que aciertos, hasta que agotado se sentó a descansar sobre el oxidado techo de un coche, en un desarmadero. Ahí, mientras se sacaba la pelusa del ombligo, vio llegar a Ale, quien buscaba partes para un falcon que estaba sanando, y lo escucho hablar con el viejo dueño del lugar. El joven era un apasionado por los monstruos del asfalto, era capaz de ver sus almas y escucharlos, pero lo mejor, deseaba una GTX. En ese momento el Ángel comenzó a manipular los destinos de ambos. Hizo recordar al viejo sobre esta GTX moribunda, y señalando el viejo a la nada y al todo, le dijo al muchacho donde encontrarla ignorando que sus palabras iban a cambiar dos destinos. 




Al otro día Ale fue por la GTX, dio mil vueltas por el barrio pero no la encontró. Es que la parca la quería para si y la ocultó. El muchacho no se dio por vencido y fue una vez mas, esta vez con éxito. Encontró a la pobre criatura en un estado lamentable, pero antes de que tome una decisión, un tiro certero de Cupido lo había sellado todo. El padre le presta unos mangos, firman los papeles y se la lleva a su hogar. 

De inmediato sus manos comienzan a operar a la Dodge que estaba en terapia intensiva, una operación difícil, pero al poco tiempo la mecánica devolvía la vida a la criatura. De inmediato salió a la calle a disfrutarla y conducirla así oxidada como estaba, todo un Rat Rod, en épocas que no se hablaba de ellos por estas tierras. Así la disfruto unos dos años hasta que tomo coraje para restaurarla por completo a nueva.

Una vez mas la Dodge entraba a operaciones, pero esta vez su cuerpo se desperazó en mil partes. Pero (siempre hay un pero) la vida comenzó a golpear a su compañero y la restauración se fue postergando para la semana que viene, el mes que viene, el año que viene. Una vez mas la parca paseaba con su sabueso sonriendo segura de su triunfo, mientras los ratones se reproducían en su glorioso cuerpo. Los duendes grasientos, esos que te esconden las llaves y tornillos, dormían plácidamente en los que fueran furiosos cilindros, fuentes de energía y poder. Aquel que fuera su salvador la condenaba a desaparecer. Fueron diez los almanaques caídos en la espera, hasta que decidió enfrentar a los problemas que llegaban en manada, y comenzó a devolver la vida de su amiga. No la iba a poder restaurar por completo, como deseaba, pero no permitiría que continuada en ese deshonroso estado. Así fue que tras mucho trabajar, una tarde la Gtx volvió a rugir y se abalanzó hacia la ruta, feliz de sentir el viento en su cuerpo. Y desde ese día Ale prometió recuperar el tiempo perdido. Evento y juntada fierrera que había, el y su GTX estaban, dejando a lo lejos a los problemas que miraban con rostros impotente al ver al par marchar. Y de tanto estar aquí y allá sus amigos y conocidos la bautizaron “La Okupa” 

Ahora ahí andan los dos disfrutando del asfalto, ella de otra oportunidad de la vida saboreando grandes cantidades de jugo de dinosaurio mientras el olvido la mira desde lo lejos. Él, con el corazón lleno de satisfacción por haber echo realidad su sueño, a pesar de cada golpe de la vida, que en ocasiones lo dejaban fuera de juego. Por ello la próxima vez que una cerveza o similar caiga en tus manos, eleva una copa a lo alto por ellos, y por cada héroe que se enfrentan a los designios de la vida y los tuercen venciendolos, haciendo de nuestro mundo un lugar mejor.
por Rafa Theller


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