Torino TS 1975 de Alejandro
Un día la vida nos arroja a un mundo extraño de gigantes que hablan en otro idioma, que caminan sobre sus piernas, que todo lo que lo rodean lo hacen suyo y ahí estamos nosotros, débiles, tratando de acomodar nuestras neuronas mientras el hambre y el miedo se adueñan de nuestro ser.
Entonces aparecen ellos, nuestros padres los grandes héroes que junto a nuestras madres, nos toman de la mano, nos guían y protegen. Los vemos enormes, que nada, ni nadie puede con ellos y hasta queremos convertirnos en esos dioses mortales. Y ni hablar si el viejo llega conduciendo un MONSTRUO DEL ASFALTO. La bestia llega, se detiene y mientras el tronar de su voz se eleva a los cielos la puerta se abre y te invita a subir a ese mágico mundo que encierra… luego los caminos y sus misterios. Así le sucedió a Alejandro quien disfrutó de viajes y anécdotas con su padre sobre una Torino, fabricando recuerdos, absorbiendo la pasión por esta bestia dibujando sonrisas en su rostro. Pero el celoso destino hizo de las suyas y la vida de su padre se apagó cuando Alejandro era un niño. Su héroe ya no estaba físicamente, pero seguía vivo en sus recuerdos, en esos que habían fabricado junto a la Torino, que con el tiempo también partió de su vida y jamás olvidó. Si de algo estaba seguro en aquellos primeros años de vida, es que la vida era cruel, injusta y que él iba a tener un Torino como su padre; nada de juramento en vano o caprichos, era un hecho que tarde o temprano iba a hacer realidad.

La vida siguió su curso, décadas pasaron, llegó la familia y demás ocupaciones mundanas y un día esa chispa que se mantenía oculta en algún lugar de su corazón tomó fuerza e incendio, corazón, mente y alma. Era el momento de volver por aquel sueño que esperaba. Después de todo a que venimos a la vida más que a ser felices, y el secreto de la felicidad es tener el valor de soñar e ir tras ello. Así que en este moderno mundo comenzó a buscar detrás de las pantallas luminosas el monstruo deseado, o quizás en algún lugar el monstruo buscaba a alguien digno de él. La verdad que después de buscar y buscar lo vio y de inmediato supo que era suyo. Si, el amor a primera vista existe. Pero una vez más algo separaba a Alejandro de su sueño, lo mismo que tiempo atrás lo obligó a deshacerse de él, el dinero. Así que resopló, sonrió para si y no le quedo otra que seguir soñando.
A los días le comentó al pasar a un amigo sobre el Toro y la dificultad económica para hacerse de él y este amigo con una sonrisa y colocándole la mano sobre el hombro le dijo que ese no era un problema, él le daría el dinero. ¿Amigo o un ángel disfrazado de uno? La verdad que la barrera se esfumó y Alejandro pudo ir por aquel que lo había elegido, un viejo Torino Coupe TS 1975 7 bancadas.

Hoy Alejandro conduce su sueño sobre una larga recta hacia el atardecer, pero no lo hace solo, su hijo y su padre, van con él.
LOS HOMBRES PASAN,
LOS MONSTRUOS DEL ASFALTO
QUEDAN
Por Rafa Theller
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