Ford Falcon Futura ´72 Rat de Emanuel
Un viejo monstruo del asfalto disfrutaba de una aburrida vida en el campo, perdido en la llanura rural como una joya por descubrir.
No es que no gustaba de deambular por los caminos y de servir a sus amos, pero él quería algo mas para su vida, él quería ser famoso entre los suyos, ser una estrella, el centro de atracción de miradas y fotografías, y la verdad que donde residía eso parecía un sueño casi imposible.
¡¿Qué es un sueño más que una razón de existir?! Una meta por lograr a la que jamás debemos renunciar, por lo contrario, ir tomando pequeñas decisiones día a día que nos acerquen a él. La verdad que reconocía que no podía quejarse, ya que en sus ir y venir había visto muchos de sus hermanos pudriéndose a la luz del sol y cosas peores. Por ello sabía que su existencia tenia una fecha de vencimiento, y cada día que nos disfrutaba de su deseo era asfixiante para él. El reloj de arena no cesaba en su cascada tiránica y temía que los granos se terminaran antes de disfrutar de la vida que soñaba
Así el Ford Falcón Futura nacido en 1972, siguió recorriendo sus días hasta que aquel que guiaba sus designios pensó que ya era hora de separar sus destinos y el falcón temió. ¿En qué manos iría a terminar? ¿Su destino seria igual que el de sus hermanos que observan desde la maleza sin faros, ciegos, convirtiéndose en alimento del oxido? Quería rogar pero no podía, los Monstruos del Asfalto no ruegan, solo enfrentan al destino y lo pasan por arriba, así que controlo ese temor y se preparó para lo que sea.
Por aquellos tiempos Emanuel recorría la vida en una silenciosa cacería. Deseaba ser el compañero de viaje de una imponente bestia de metal, una que su sola presencia sea el centro de atención del universo mismo. Yendo y viniendo, hablando aquí y allá a sus oídos llegó la noticia de este futura y se acercó al campo. Al verlo ya sabía que el iba a ser su monstruo del asfalto. Entre todos el Falcón era su predilecto. Y así fue como le dejo un puñado de billetes al viejo dueño, subió en su bestia de metal y sonriendo al escuchar el motor y sostenes entre sus manos el volante, tomo los caminos para conducirlo a su nuevo hogar en la ciudad. El sueño de ambos comenzaba a tomar forma.


Por los monstruos del Asfalto que nos alegran la vida… SALUD
por Rafa Theller
Comentarios
Publicar un comentario