Pagando la deuda, la Chevy de 80,000 km de Tito

 

En las tierras de San Vicente, Santa Fe, las misma donde nació la primera cosechadora argentina, rueda un monstruo del asfalto único, una Coupé Chevy que al día de la fecha cuenta con tan solo 80,000 km. Menos kilómetros que los que hiciste vos en busca de bebida.

Oculto a los ojos mortales un monstruo dormía tras la enorme puerta del garaje, una Chevy 1970, que poco había visto de la vida. Su dueño la mimaba por demás, y solo en ocasiones especiales, hacía que sus pulcros neumáticos rocen el mundano asfalto. Así fue su existir, hasta que su dueño un día se vio al espejo. No era él, era otro él. La vejez lo había atrapado y se dio cuenta que un día no podría estar para proteger a su consentida. Es así que tomó la triste decisión de venderla, pero no sería para cualquiera. Como una princesa, solo el elegido podría llevársela a casa. Así fue como comenzó el ir y venir de pretendientes, seducidos por los escasos 40,000 km que rondaba por aquellos tiempos. Toda una tentación.

El padre de Tito tenía al clan Chevrolet como su guía, dese siempre. Había conducido camionetas, Chevrolet, había tenido un Chevrolet 400, una Chevy. Si decía Chevrolet, el tenía que tenerlo.

El almanaque señalaba el año 1992 en grandes números rojo. En España se jugaban los juegos olímpicos, Bill Clinton era elegido presidente, oficialmente se daba por terminada la guerra fría y en argentina… era victima de una gran crisis económica y el niño llamado Tito veía como su padre llegaba con la Chevy al que sería su nuevo hogar.

El tiempo pasó y el niño se hizo joven y comenzó el también a guiar este ser que el destino había protegido como su joya. La misma que el tiempo quería para sí y en una loca noche, en una apuesta se la arrebató, colisionando en manos del joven convirtiéndose en… Imagínate.


El padre de Tito, temiendo que, al sanar al monstruo el joven volviera a las andadas, tomo la triste decisión de arrojarlo a un rincón oscuro, convirtiéndose en hogar de aceitosos duendes que correteaban en su cuerpo con cada anochecer.



Once años después, el joven se hizo hombre y en su corazón una pena creció con cada año, el haberle fallado al verde, como se lo conoce entre cercanos. Por su culpa su destino estaba trunco, así que a sabiendas que el dinero invertido era superior al que valía el ser, comenzó la operación de rescate. No era un tipo que le sobraba el dinero, todo lo contrario, de sus trabajos de albañil o pintor, las horas de vida convertidas en papel, se convertían de papel en vida para la Chevy. Eso sí, no iba a ser fácil, chapistas y mecánicos desalmados se cruzaron en su camino, los mismos que en vez de ayudar a que este sueño mutilado vuelva a brillar, se aprovecharon y empeoraron la situación. Igual, poco a poco la Chevy recuperó su gloria perdida, y el destino una vez más la hizo su protegida.


Y ahora en las calles este ser arrancado de las tierras de Morfeo, rueda feliz, junto al joven que le devolvió la vida, recordando a aquel anciano, que la mimo y protegió. Ruge Chevy tus 80,000km, ruge por Tito, el anciano y por tu clan…

Por Rafa Theller

Los Hombres pasan, los monstruos del asfalto quedan.




 

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